LA FUENTE DEL RECUERDO

LA FUENTE DEL RECUERDO

lunes, 4 de junio de 2018

ESCULPIENDO EL PASADO


Por: Fabio Rodríguez M.
Con la mirada perdida en la bruma del paisaje, la pequeña Julieta contemplaba el horizonte donde se elevaban imponentes los cerros andinos. Sus ojos profundos y llenos de ternura se humedecen por instantes Su mente recorría los verdes campos donde había pasado su primera infancia al lado de sus abuelos maternos

El dolor de la tragedia aún permanecía presente. En sus recuerdos ese terrible caos, la insoportable gritería de la gente en medio de la penumbra de la noche. La lluvia incesante y el rugido ensordecedor de esa masa de barro recorriendo las calles, las empinadas laderas que descienden de la colina cercana al pueblo. Su desespero por hallar a sus padres, sin resultado. Tenía solo cinco años y un sentimiento de abandono se apoderaba de su conciencia. Luego el silencio total y la espesa bruma, el negro intenso de la noche y su cuerpo débil atrapado en medio del lodazal. La corriente ya se había llevado todo a su paso, su casa, el árbol donde su abuelo había colocado la vieja llanta donde en las tardes soleadas se mecía al arrullo de las canciones que tarareaba su abuela antes de la merienda.

Ese era el último recuerdo de su primera infancia, todo había ocurrido tan rápido y ella cada día se esforzaba por reconstruir el resto del relato de su vida y que le hacía falta para entender ese sentimiento de tristeza que le marcaba desde entonces como un sino trágico y que no era posible evitar. Sus padres nunca volvieron, sus abuelos tampoco. No hubo funerales, solo desde aquella terrible noche, ellos dejaron de hacer parte de su vida.

Con nostalgia su mente siguió recorriendo los años de oscuridad. En medio de ruido ensordecedor de sirenas, del murmullo y los gritos de la muchedumbre, ella no era capaz de razonar sobre los sucesos. El guarda de la Cruz Roja la tomó de la mano y la retiró del punto de riesgo. Ella reticente intentó soltarse, pero su voluntad iba perdiendo sentido casi a la par de su conciencia.


 La mañana siguiente tenía ese gris plomizo de las épocas de invierno, había despertado con un dolor fuerte en su tórax, se sorprendió al verse tendida en aquella camilla de hospital, postrada y recibiendo el suero de una manguerita que descendía del trípode de la pared. La enfermera se acercó y le acarició el cabello, luego sonrió y se acercó a la mesita a sus pies, acercó el platico de porcelana y le brindó un trozo de fruta picada. Con ternura le respondió que sus padres se habían ido y no regresarían porque Dios había decidido llevarlos a un sitio mejor donde ella, cuando fuera grande, podía ir a verlos de nuevo. Ella en medio del estupor siguió llorando por el dolor de su cuerpo y por que no entendía las palabras de la enfermera.

Le costó trabajo entender la ausencia de sus padres y aunque en el hospital la consentían mucho, en las horas de penumbra volvía a sobresaltarse y cuando la tarde daba paso a la noche entraba en una especie de shock que curiosamente coincidía con el cambio de turno de las enfermeras, especialmente de una de ellas a la cual le había tomado mucho afecto, tenía los cabellos lizos color de miel y la mirada tierna, de baja estatura. Cuando la veía sonreír le recordaba a su madre por el fulgor de su rostro y el tono de la voz. La enfermera solía llevarle regalos, casi siempre, chocolates y cuentos que le leía a diario y se dedico a la tarea de reforzar en la pequeña la historia de que ella cuando fuera grande podía volver a reunirse con sus padres y que para ese encuentro debería llegar alegre y radiante y además ser una persona profesional de éxito. A la pequeña le quedaba difícil a su edad entender las recomendaciones de la enfermera, por su parte ella usaba los cuentos para ir elaborando y fortaleciendo la idea que había sembrado en la mente de la pequeña.

La despedida fue algo traumática, la pequeña se resistía a dejar el hospital y la enfermera con un nudo en la garganta y con la ayuda de la psicóloga del hospital intentaban convencerla de que la familia que la llevaba la trataría bien y que además era el deseo de sus padres. Esta última razón la hizo acceder y aceptó a regañadientes partir con sus padres adoptivos. Ellos eran una familia de clase media, cuya tragedia era el hecho de que les era imposible tener hijos por la esterilidad de la mujer.


 Los años al lado de su nueva familia transcurrían de forma normal, Sus padres le prodigaban los cuidados necesarios. Había superado con la ayuda de una Psicóloga los traumas de la desaparición de sus padres biológicos. Su vida transcurrió en medio de los estudios y su hobby preferido la lectura. Sin sobresaltos y aunque el afecto de sus padres no era excesivo por las ocupaciones de ellos, si era suficiente para su crecimiento espiritual y físico.

Los años habían pasado muy rápido, ahora tenía quince años y recordaba a su abuela, cerca del fogón de leña, asando las arepas y tarareando canciones antiguas. A pesar de la edad eran sus manos ágiles para amasar y colocar al fogón luego darles vuelta y retirarlas. Ese olor característico de la arepa tomando su crocante no se le iba a olvidar nunca. Aquella tarde su abuela le había prometido que cuando ella falleciera desde el sitio a donde Dios la tuviera destinada la iba a guiar y a cuidar como siempre, solo tenía que recordar el delicioso olor del maíz puesto al fogón.

Así lo había hecho durante los últimos ocho años, en los momentos más difíciles de su orfandad, especialmente aquella época en que sucumbió a la tentación de las drogas. Recordó con tristeza y amargura la forma como se fue involucrando casi sin percatarse Aquel chico que la abordo en la parada del bus tenía algo especial para llamar su atención de una manera distinta, su mirada, su voz y su sentido del humor la atraparon. Entre inocente juegos de parte de ella y una bien alborada estrategia de parte de él, las cosas se fueron dando y casi sin darse cuenta se vio metida en una relación desbordada cuyo eje motivacional era el sexo y las drogas. Cada instante de enajenación producido por alguna sustancia que su novio le suministraba para ponerla eufórica y disfrutar de su cuerpo, finalizaba enmarcado por la imagen de la abuela y sus padres. Eran momentos de intensa desesperación, las palabras de ellos retumbaban en su cerebro precedidas de hondo lamentos y gritos de auxilio. La situación se repetía una y otra vez, después del placer el sufrimiento y el tormento de sus delirios. Las imágenes perturbadoras aparecían al comienzo en los momentos de trance hasta el día en que presa de la ansiedad por la ausencia de droga en su cuerpo y postrada en la camilla de una clínica donde milagrosamente se había salvado de una sobredosis, en medio del temblor y el frío de su cuerpo, el olor característico de las arepas puestas al fogón recorrió su ser. Fue como una inyección de tranquilidad, una tabla de salvación, al fondo la imagen borrosa de su abuela como otras tantas veces, sin embargo, esta vez, su abuela lucía radiante, no había lamentos ni gritos, su abuela sonreía como nunca, su ternura era manifiesta, se acercó le acarició el cabello y le enjugó las lágrimas. Un resplandor enceguecedor brotó en medio de la habitación. La abuela la tomó de la mano y ella presa de una honda emoción se aferró fuertemente y entre sollozos y llantos le dijo “Abuela no me sueltes por favor, vuelve, no me dejes”.

La mañana era resplandeciente, debía apurarse a tomar el vuelo rumbo a Colombia, se sentía alegre, llena de una energía como nunca antes había experimentado. La prensa la esperaba en el muelle internacional. Los últimos meses habían sido particularmente agitados. El éxito alcanzado en la muestra de sus esculturas en París era la culminación de una carrera exitosa. En el círculo de los intelectuales y artistas se comentaba el éxito logrado con su puesta en escena de un tema tan complejo como era adentrarse en el mundo de las emociones desde la escultura, logrando que el espectador percibiera hasta el olor de las arepas en el fogón.

Contestó las preguntas de la prensa y tomó la escalerilla del avión, el deseo de cumplir la promesa a su abuela de regresar para darles simbólica sepultura a sus padres y sus abuelos era en estos momentos la prioridad máxima de su vida. Además porque su abuela se había convertido en ese ser espiritual con la cual planeaba su vida al calor de tibio olor de las arepas recién asadas.                                

viernes, 20 de mayo de 2016

EL SUEÑO DE LOS INOCENTES




Por Fabio Rodríguez

El ruido de las sirenas se hizo más nítido. Fady se apresuró y tomó al pequeño Hasam de la mano. Luego, de prisa, buscó la linterna y salió al encuentro de su padre, su madre y su hermana mayor. Los cinco descendieron por las escalinatas y abrieron la puerta de la bóveda que conducía al subterráneo que su padre había construido debajo de la casa, meses atrás.
Mientras se adentraban en el angosto túnel, rumbo al cuarto de refugio, Fady preguntaba a su padre, el porqué de la tardanza en las demoliciones de la ciudad, ya llevaban cinco días y aún no iniciaban la construcción de la Nueva Ciudad, aquella que su padre le había descrito y que tendría muchos parques infantiles, un zoológico, un circo grande, una fuente luminosa, canchas de fútbol, estadio de atletismo, piscina y un gran teatro para ver títeres y películas.
Fady, ansioso preguntó:
- Padre cuántos días faltan para ver la Nueva Ciudad.
Násser le respondió:
- Ten calma hijo, el Señor todopoderoso, tiene su tiempo medido, solo te aseguró que será pronto. Él nos lo prometió y cumplirá. Por ahora hijo, arrópate y trata de dormir, deja que arriba los "demoledores" terminen su labor para que todo esté listo en la Nueva Ciudad.
El pequeño Fady, asintió con la cabeza, se inclinó para recibir la bendición de su padre y junto a Hasam se durmió profundo, Násser terminó de entonar el cántico del poder:*


"Lo hemos revelado en la noche del destino
y ¿cómo sabrás que es la noche del destino?
La noche del destino vale más de mil meses
Los ángeles y el Espíritu Santo descienden en ella
con permiso de su Señor, para fijarlo todo
!!!Es una noche de paz hasta rayar el alba!!!
!!!Es una noche de paz!!!... !!!Es una noche de paz!!!...


Aún no había amanecido y Fady ya estaba listo para dejar el refugio y regresar a la superficie. Era sábado y como de costumbre esperaba encontrarse a media mañana con los chicos del barrio, para ir hasta la playa a jugar con la pelota de trapo.
Los escombros en la ciudad cada día eran más notorios. Fady observaba la destrucción del barrio, sentía cierta nostalgia, pero la certeza y la seguridad en las palabras de sus padres, le hacía confiar plenamente que aquello era para construir la Nueva Ciudad. Eludiendo obstáculos alcanzó la calle principal, saltando entre los escombros, de cuando en cuando recogía retazos de tela y los amarraba con el cordel de un viejo costal que halló a la salida de su casa para ir fabricando la pelota de trapo.
A la hora de siempre llegó a la playa, y por un momento, sus vivaces ojos se fijaron en la inmensidad del mar, el rumor de las olas en su oído le producía una especie de tranquilidad que sosegaba el temor que cada noche sentía cuando ese infernal estruendo que los demoledores hacían en la superficie se filtraba por el angosto túnel, donde dormía él junto a su familia. Fady permaneció varios minutos, allí contemplando el horizonte y colocando sus diminutas manos en al arena para que los últimos suspiros de las olas le mojaran los dedos.
Unas pequeñas manos se posaron en su hombro, sacándolo de la meditación. Allí junto a él estaban Azha y Faysal listos para el juego, los demás aún no llegaban. En total eran ocho los amigos de siempre.
Los tres chicos decidieron recoger caracolas marinas, mientras esperaban la llegada de sus compañeros. La espera tardó más de lo normal. Una hora después, sin tener razón de los otros chicos, Faysal les propuso jugar a buscar rostros en las imágenes de las nubes del firmamento. Los tres tendidos boca arriba en la arena reían imaginando figuras y paisajes que comentaban con derroche de imaginación. El firmamento teñido de leves copos de algodón, tenía un intenso color azul. El sol juguetón se escondía entre las nubes.
De repente un ruido ensordecedor les hizo girar la cabeza. Atónitos vieron como las nubes se rasgaban en una estela de humo, sobre sus cabezas una parte desprendida de un avión descendía velozmente.
Luego un estruendo infernal y un fuego abrasador que los cubría, seguido de un ardor en la piel y un silencio hondo, profundo que arrasaba el mar, la playa y ese agradable rumor de olas. Fady sintió que se sumergía en un caldero ardiente, cerró sus ojos y a lo lejos divisó una luz blanca, un destello tan luminoso y brillante como jamás lo había visto en su corta vida, al fondo la Nueva Ciudad que su padre le dibujó, la misma que se iba a construir tan pronto como los "demoledores" terminaran de destruir la actual.
Fady sus ojos dulces y tiernos y observó que estaba cubierto de un manto blanco, a su lado marchaba una muchedumbre silenciosa, que lo llevaba en hombros sobre un mullido tapiz de rosas blancas. Él ahora tenía alas blancas.
__________________________
*Corán 97: 1-5
    
                        

domingo, 15 de mayo de 2016



ARCILLA

Arcilla húmeda y fértil
tierra mágica y febril
entre mis agitadas manos

aprendiendo los contornos.

Ritual de sensual armonía
en el horizonte de los sueños.
Arcilla de esbelta desnudez,
pétalo de rosa hecho piel.
Tenue brisa delineando los muslos
al compás de la inquieta cadera
sobre un trigal en flor
en la sedosa cabellera posado.
Tibio sol deslizándose por la carne
acariciando en cenit desbordado
de los senos inmaculados.
Arcilla húmeda y febril
entre mis agitadas manos
esculpiendo el tiempo sutil
de los paraísos clandestinos
en la trinchera de tu ser
TULATO


martes, 14 de julio de 2015

MEDIODÍA
Me siento a esperar la poesía
mientras la mañana huye vacía
en medio del bullicio de la gente.
La desesperanza desfila frívola
por el set de los noticieros
derramando destellos de apocalipsis
que se filtran impunes y vertiginosos
a través de los ojos desorbitados
de comensales censurados
en restaurantes de agridulce tiniebla.
El olor de frituras y bbq
se esparce entre interrogantes
hacia el bulevar de los sueños perdidos.
Las palabras se aderezan, se acorazan
con ají de chile y gotas de limón
en la trinchera de los versos
buscando la esquiva poesía
que el terrorismo de los noticieros
tiene inerme y desaparecida     

jueves, 31 de octubre de 2013


LA POESÍA
Viene silenciosa e infinita 
sin prisa, desnuda a plena luz del día
sin ataduras, libre, arco iris de la vida.
Sutil y coqueta se acerca
reclinada en mi hombro, se posa.
Sinfonía suave que al oído musita
historias de guerreros ajenos, sin rostro
 anónimos cautivos de quimeras y utopías.
En el vaivén de sus palabras me asilo
paraíso de asombros y fantasías,
paisajes cálidos de amantes furtivos,
nostalgia de corazones heridos.
horizontes de sueños vertidos en escombros
sonámbulos sombríos que deambulan
arrastrando pesadas cadenas
alucinante universo del baladí consumismo.
De su fuego abrazador me dejo invadir
ella, silenciosa e infinita
me convoca al beso eterno
del verso escondido en los pliegues del corazón.





martes, 10 de abril de 2012



TU ROSTO DONDE ESTÁ?

En el último suspiro de la tarde
El sol derrama su haz sobre la ciudad
Ajenos rostros cetrinos me invaden
inundan estas aburridas calles
y te pienso y te buscó entre el bullicio
pero tu rostro parece que me esquiva
se va, huye, se esconde 
entre la muchedumbre
Dónde lo hallaré 
en qué otro se consume?
En qué sonrisa se desliza con la prisa
de éste agónico atardecer 
que se muere, que se va


sábado, 24 de septiembre de 2011

!!ABAJO EL TELÓN!!



Por: Fabio A. Rodríguez M. 
Frente al espejo, adorno su rostro con la mejor sonrisa. Suspiró profundo, hondo, tomando aire, intentado llenar el alma de pletórica alegría. Vibró con lúdica emoción, y en un ritual de embriagadora pasión repasó cada ejercicio del taller de expresión corporal. Rítmica su voz, hizo eco en la habitación, recitó con ilusión el poema 20 de Neruda:
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y titilan, azules, los astros, a lo lejos…”


Sonrió, mientras su cuerpo se agitaba al fragor del verso. Al mejor estilo de Stanislavsky, se fundió en una alucinante y mágica armonía: versos, cuerpo, voz y vida. Cada movimiento era un tatuaje indeleble de certeza, de plena convicción en los latidos de su corazón. Recordó, una a una, las “Carta de amor” de Antonio Machado:
“Miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña,
a mí me duele tu recuerdo, Diosa...”


En su mente, lentamente, las escenas prodigiosas de “Romero y Julieta”, se fueron sucediendo como colofón de su preparación para la gran Audición de su vida, la AUDICIÓN DEL AMOR.

- ROMEO (Frente al balcón): “Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana?. Es el oriente, y Julieta, el sol. Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa…” “…¡Ah, es mi dama, es mi amor! ¡Ojalá lo supiera!. Mueve los labios, mas no habla. No importa: hablan sus ojos; voy a responderles.

Sin prisa, se deslizó detrás del telón. Un suspiro hondo le acompañó. El alma a flor de piel, invadida de emoción. Su silueta, tenía esa apacible apariencia de humildad, mezclada con la energía vital de quien va por la victoria total. El Telón subió de forma lenta. Ahí, en su esplendor la fantasía total de la Audición, el corazón palpitando sin control  
La voz del presentador retumbó como un grito, rasgando el firmamento, en la tibia noche:
“Damas y Caballeros, esta no es una historia de amor, es, una historia de Engaño y Traición!!!, salida de las entrañas del desamor."

Su voz enmudeció, sus ojos nublados por la angustia se humedecieron, su cuerpo no respondió. La sonrisa huyó, y su alma estalló en un grito ensordecedor:  ¡ABAJO EL TELÓN!!!.




BOCA ARRIBA….. TENDIDA


Por. FABIO RODRIGUEZ M.

Mi perplejidad desbordó la torturante nostalgia que, al despuntar el alba, me produjo su cuerpo tendido en la acera. Dios!!... que espectáculo tan grotesco y horrendo. Una sensación de intensa ira y dolor rodó por mis mejillas.
La recordé, vibrante entre el bullicio de la agitada ciudad, en el ocaso del verano; en la apacible lontananza de la fértil llanura; en el cabalgar apacible, por la verde pradera; en el horizonte embriagador de una puesta de sol en la playa; en la inocente y contagiosa risa de los niños; en el mirar hondo, profundo y sin prisa de los amantes.
Su figura, otrora, hermosa y mágica, había sido la inspiración de los más destacados artistas: músicos poetas, pintores, dramaturgos y en su honor se habían escrito tantos libros, tanta literatura, que reunirlos en solo sitio, sería una labor imposible.
A sus pies, de tersa blancura y deliciosa silueta: reyes, estadistas, políticos, todopoderosos señores y magnates de mil pelambres, se vanagloriaban de ser los dueños de sus favores. Y los menos, los humildes, los sin rumbo, los finitos, los sin futuro, los de ancha espalda y manos erosionadas, de reojo la observaban con la ilusión en vilo de sus ojos, soñando que algún día un guiño suyo les recompensara.
Huésped de los más encumbrados palacios. En los más exquisitos lugares y en los grandes salones, donde a pulmón ardiente se decidía la suerte de todos, ella, solía exhibir su celestial figura. Y todos, en una enfermiza y mental fantasía la poseían. No escapaban a su encanto y embrujo, las veladas de pasión ferviente, que furtivos amantes, al compás de la ardiente piel,  inundaban el alma, con retazos de firmamento, que en un lecho de estrellas  y a la luz de la luna, se extasiaban en su mágica compañía.

La corte de aduladores, disputaban su compañía con la ansiedad feroz de una jauría de hienas, lo hacían sin miramientos, sin escrúpulos. Así en su nombre, por su nombre, y para el goce y el placer del infinito humano, era frecuente ver la tierra envilecida con la sangre de inocentes. Una caricia suya, era, llenar el alma con las mieles de la gloria.
Me costaba trabajo verla en ese lamentable estado y dejar que mi mente recorriera el recuerdo de su sublime mirada. Todos a una, pasaban con prisa, ella desecha y pérdida, allí se consumía maltrecha y socavada.

La duda me invadió, debía cerciorarme  de que en realidad era ella. Con la más honda tristeza, descorrí el retazo de bufanda que cubría su rostro descompuesto y con las señales de la violencia marcada en su piel, aún ensangrentada. El brillo  de sus hermosos ojos me dio la certeza…  !era ella!!. Boca arriba tendida, estaba la ¡!LA VERDAD!!.


jueves, 14 de julio de 2011

EL AMOR ESTÁ MUERTO............¿QUIÉN LO MATÓ?



Por: Fabio Rodríguez Miranda


No lo pudo soportar más, la ansiedad fue superior a su frialdad. Tenía la convicción enfermiza de que: “después del amor viene el odio”, y como se acercaban las elecciones generales, vio la posibilidad de gobernar sin contradictores, lo cual le sumergía en una especie de éxtasis singular. Sin pensarlo dos veces, decidió asumir el reto de matar al Amor. Para ello, el Odio, se reunió con sus secuaces y les planteo la cruel idea. La Ira, sin pausa, con su voz estridente, irrumpió para pedir un plazo de tres días a fin de llevar a cabo el encargo de matar al Amor. Por unanimidad le fue concedido el privilegio. La Ira al retirarse de la reunión lanzó, con altiva prepotencia por su encargo, una sarta de improperios, se colocó unas gafas oscuras, para evitar el hecho de tener que mirar al Amor de frente y a los ojos, pues, sabía que el Amor la podía derrotar si la miraba fijamente, luego se retiro con prisa, estrellando la puerta a su salida. Derrotada regresó a los tres días y al cuestionársele el resultado de su misión dijo: “he sido vencida y me apena informarles que el amor ahora tiene una nueva arma: él la llama “comprensión”, con ella me acaba de derrotar”. La Envidia, socarrona, se reía y en medio de comentarios hechos al oído de sus contertulios por lo bajo, solicitó autorización para emprender una nueva misión con el fin de matar al Amor. Se le dio un plazo de cuatro días y además, el Odio, recomendó que actuara con la ayuda del Chisme, la Burla y la Calumnia. El Amor soportó con valor la arremetida y logró salir victorioso, para ello utilizó a la Alegría, al Perdón y a la Amistad. Uno a uno fueron fracasando los secuaces del Odio en la misión matar al Amor. El Orgullo, la Vanidad, el Machismo, la Mentira, todos regresaban cada vez más decepcionados y llenos dudas. El Odio entró en una profunda tristeza y decidió declarar que el Amor era invencible. De repente una voz lacónica y una figura desgarbada irrumpieron en el salón. Su caminar lento y pausado y su rostro semicubierto por un velo negro que solo dejaba ver la intensidad de su ojos negros, iba desesperando al Odio. Se acercó y con medias palabras, de sonido muy bajo, pidió una última oportunidad para llevar a cabo la misión. En el salón se escucharon risotadas de burla y gritos de “!No más, es un imposible!!”. El Odio, aceptó, teniendo en cuenta que nada perdía con intentarlo una vez más, además, en su perversa esencia estaba disfrutar esos retos. La figura se retiro del salón entre el rumor de los comentarios en favor y en contra. Pasaron varios días y el Odio, en medio de una euforia sin límites, convocó a una reunión de carácter urgente con sus secuaces. Llegaron de prisa y ansiosos. El Odio, sin preámbulos con voz firme y pletórica de alegría dijo:
- “Amigos míos, EL AMOR HA MUERTO”. 
En una estridente salva de aplausos se escuchaba una sola voz:
-“¿Quién lo mató?”.
El Odio cedió la palabra a la enigmática figura, quien con su tenue voz dijo:
- Les he cumplido, he vencido al Amor.
El coro fue unánime:
-Si, pero usted quién es?.
Quitando el velo que cubría su rostro dijo:
- Yo, amigos míos soy LA RUTINA.




martes, 28 de diciembre de 2010

LA CULTURA “GRECOCALDENSE”

                                             
Por: Otto Morales Benítez*

Se discutía en el Senado un proyecto relacionado con problemas de la realidad colombiana. Intervinieron tres congresistas de Gran Caldas en el debate. Eran escritores y oradores con mucha información literaria. Y, especialmente, con referencias a Grecia y Roma. José Mar, un parlamentario de formación marxista, que tenía vocación crítica sonreida, se levantó y dijo que nuestros paisanos habían hablado con mucha elocuencia, pero que no se habían referido a los problemas colombianos que se discutían en la propuesta. Pero, que, en cambio, habían hecho grandes reminiscencias de las culturas griegas y latinas. Que podría afirmarse que aparecía  una generación de grecolatinos. Así nació el nombre.

Al escribir, algunos de ellos utilizaban recursos literarios de esas viejas culturas. Varios eran escritores de alta estirpe. Quedan libros de ensayos, de análisis político, novelas y poesías de buena calificación estética. Pero sus imitadores tuvieron menos suerte. Se escribió contra estos sin señalar linderos, con pendencieros juicios.
El hecho es que la actividad creadora de los primeros condujo a que en el Gran Caldas siempre existiera una vocación cultural. Es una actitud de la generalidad de sus habitantes, como ademán natural.



El Grupo de los Grecocaldenses aparece, casi simultáneamente, con la generación  de Los Nuevos. Ambos trabajaron armados de materias literarias. Desde el punto político, tenían distancias doctrinarias profundas y en la literatura también. Los primeros –con otros de sus copartidarios jóvenes- lanzaron un Manifiesto Nacionalista en el cual llamaban la atención en cuanto a la necesidad de que las directivas de su partido realizaran tareas para renovar la ideologìa del conservatismo. Impulsaron también el gobierno con acciones reformadoras del pensamiento y de la acción sobre la realidad nacional, pues era evidente que no tenìan audiencia en la opinión colombiana.

A la vez, con Los Nuevos, buscaron cambiar el estilo literario, el tono y el alcance de la oratoria. Estaban ambos grupos sometidos a las mutaciones que aparecieron después del modernismo. A la vez, los “ismos” despertaban otros intereses en las estéticas literarias, artísticas, musicales, etcétera. En Colombia, ellos ejercieron poca influencia. Se recuerda que el único libro escrito obedeciendo esas normas fue del poeta Luis Vidales, “Suenan Timbres”.

El más destacado de los “grecocaldenses” es el maestro Silvio Villegas, hombre de alta cultura literaria y política, y quien hizo parte de los Leopardos. Cada uno de sus integrantes tenía una imaginación deslumbrante. Dejaron demasiadas frases caminando en la memoria de los escuchas, que las consideraban excesivas por la abundancia de adjetivos o de acrobacias verbales para referirse a cualquier suceso de la vida comùn.

El movimiento del “grecolatinismo”, lo señalan algunos, se debe a la influencia del padre Nazario Restrepo, un sacerdote culto y con mucha devoción por las letras que repartió preciosas y extravagantes figuras literarias, sin límites en la hipérbole, para despertar el interés cultural de los caldenses. El hecho que se puede anotar sin equívocos es que, en los caldenses, la palabra literaria sigue despertando vocaciones y teniendo su imperio.  
_________________
Escritor y Catedrático Caldense, nacido en Riosucio, ha publicado 125 libros, fue Ministro de Agricultura y de Trabajo, Senador, Representante a la Cámara. Candidato a la Presidencia de la República (1982), Alto Comisionado de Paz, Miembro de las Academias de la Lengua, Historia y Jurisprudencia. Condecorado con la Gran Cruz de Boyacá. Postulado al Premio Príncipe de Asturias.  Fue Director del Partido Liberal Colombiano.


      




miércoles, 8 de diciembre de 2010

RINCON DEL CUENTO











EL TRABAJADOR DEL CAMPO Y SU JEFE

POR. JORGE MORALES MOGOLLÓN 

Había una vez un señor llamado Pedro, que buscaba trabajo. Luis Rodríguez, dueño de una finca le pidió que le cuidara la finca, mientras el iba a Bogotá a hacer unas vueltas por siete días. Cuando Luis estaba de regreso le salió otra Junta por otros siete días. Después de esto llegó a la finca y abrió la puerta de la casa.


- Mi loro murió?. Qué?.. porqué?

- Se quemó?... cómo?

Pedro asustado le cuenta y le dice:

- Fui al establo a ver porque las gallinas estaban haciendo tanto escándalo.

Cuando llegué, tropecé y la vela que estaba encendida alumbrándome el camino, cayó sobre el heno y se incendio el establo.

Luis le interrumpe y le pregunta

- Y que huele así tan horrible.

Pedro, más asustado le dice

- Los caballos se murieron y su carne está podrida

Luis dice:

- Cómo?, porqué?..

Pedro casi llorando, le dice:

- De tanto correr al pozo para traer agua y apagar el fuego, los pobres caballitos no aguantaron, se agitaron y murieron.

Luis angustiado le dice:

- Y mis cabras y ovejas?

Pedro a punto de salir corriendo dice:

- Las cabras y las ovejas cayeron en un hueco y la lluvia lo inundo, así que murieron.

Pedro dice:

- Ayy!!! Señor que problema por un simple loro, si no me hubiera preguntado por su loro!!. Ve!!!
_________________Santander). Estudiante


martes, 23 de noviembre de 2010

EL RINCON DEL CUENTO
















LA NOCHE SONREIDA

POR: FABIO RODRIGUEZ MIRANDA

Cuando se paro frente al espejo, una sensación de terror y angustia se apoderó de él, con sorpresa observó que su sonrisa no estaba en el rostro. De la nariz hacia abajo solo había un espacio sellado plano sin boca…!sin sonrisa!!.


¿Qué había pasado?.. no lo podía explicar, solo esa angustia que le recorría la piel. Respiró hondo y comenzó a recordar. Se veía allí, sentado en el sillón viendo el noticiero en la televisión, luego leyó algunas páginas de “Lo mismo de siempre” de Somerset Maugham y finalmente, bien entrada la noche, estaba frente a la computadora terminando el capítulo tercero de su próxima novela.

La imagen de esa mujer estaba allí fresca en su mente. La percibía radiante en la ventanita del chat, solo había sido un breve instante en un receso de la narración de la novela, pero su rostro se le había grabado en el alma, esa mueca mezcla de inocencia y coquetería era un elixir de embriagantes sensaciones.


Con desespero frotaba sus dedos en la superficie lisa de la piel donde antes quedaba su boca. Intentaba reconstruir, buscar una hendidura que le retornara su sonrisa, pero todo esfuerzo era inútil, estaba la piel completamente sellada.


De repente en medio de su tormento sonó el cristal del ventanal, el vidrio se rasgo en pedazos y en el centro del salón, atada a una piedra, observó que había un papel. De prisa, se acercó y con ansiedad lo desató, era un mensaje corto. Los rasgos finos de una letra bien dibujada denotaban una personalidad segura, apacible, y sensual. 


¡Tengo tu sonrisa!.


Casi al instante sonó el teléfono. Con incertidumbre tomó el auricular, del otro lado, una voz suave y pausada dijo:


- Esta noche después del noticiero leerás, el segundo párrafo del capítulo I de la novela “Cuchilladas” de Francois Mauriac[1], luego observaras que el cielo se tiñe de gris, entonces saldrás antes de que la lluvia comience a caer sobre la ciudad, te dirigirás al bar de la Estación 80. Allí en la mesa que está justo en la entrada al costado derecho esperaras.


Puso sobre su rostro un tapabocas y así estuvo sumido en la ansiedad mientras oscurecía. Las horas pasaron con apacible lentitud. Miró su reloj, eran las siete de la noche, tomó sitio en el sillón, escuchó le noticiero, leyó el pasaje de Mauriac, y con prisa se acercó a la ventana. La noche estaba radiante el horizonte iluminado por una medialuna que semejaban una amplia sonrisa en el firmamento azul intenso y cargado de estrellas, ni rasgos de nubarrones ni de lluvia, con tristeza regresó a sillón, respiro hondo y notó que la claridad de la noche disminuía. En la lejanía se percibió, de repente, una luz intensa como de un rayo en la distancia, seguido de su atronador sonido, sin duda la lluvia se acercaba. Tomó la bufanda, tapó su rostro y de prisa salió al Bar de la 80.


Agitado, en medio de la ansiedad llegó, y se sentó en la mesa que la mujer le había indicado. Debió pasar casi media hora y de repente las luces del lugar se apagaron, la oscuridad fue total, sin embargo él percibió un destello carmesí entre las sombras, iluminada por una especie de aura resplandeciente el rostro hermoso de ella se acercaba sensual, su boca se depositaba en su rostro, en un beso hondo y profundo, apasionado…

La voz del empleado sonó agresiva…


- Que pena señor ya le dijimos que este café internet no es servicio de 24 horas, deje de reír tanto y por favor retírese o me veré en la obligación de llamar a la policía.


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[1] “Pero del cuerpo tendido al lado del suyo emanaba un calor excesivo; Elizabeth no oía respirar a Louis; de no ser por aquel fogón viviente que la abrazaba, la habría incluso inquietado aquel silencio, pues Louis, durante el sueño, acostumbraba a respirara agrandes intervalos y con fuerza….."