Por: Fabio A. Rodríguez M.
Frente al espejo, adorno su rostro con la mejor
sonrisa. Suspiró profundo, hondo, tomando aire, intentado llenar el alma de
pletórica alegría. Vibró con lúdica emoción, y en un ritual de embriagadora
pasión repasó cada ejercicio del taller de expresión corporal. Rítmica su voz,
hizo eco en la habitación, recitó con ilusión el poema 20 de Neruda:
“Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está
estrellada,
y titilan, azules, los astros, a lo lejos…”
Sonrió, mientras su cuerpo se agitaba al fragor del
verso. Al mejor estilo de Stanislavsky, se fundió en una alucinante y mágica
armonía: versos, cuerpo, voz y vida. Cada movimiento era un tatuaje indeleble
de certeza, de plena convicción en los latidos de su corazón. Recordó, una a
una, las “Carta de amor” de Antonio Machado:
“Miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña,
a mí me duele tu recuerdo, Diosa...”
En su mente, lentamente, las escenas prodigiosas de
“Romero y Julieta”, se fueron sucediendo como colofón de su preparación para la
gran Audición de su vida, la AUDICIÓN DEL AMOR.
- ROMEO (Frente al balcón): “Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana?. Es el oriente, y Julieta, el sol. Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa…” “…¡Ah, es mi dama, es mi amor! ¡Ojalá lo supiera!. Mueve los labios, mas no habla. No importa: hablan sus ojos; voy a responderles.
Sin prisa, se deslizó detrás del telón. Un suspiro
hondo le acompañó. El alma a flor de piel, invadida de emoción. Su silueta,
tenía esa apacible apariencia de humildad, mezclada con la energía vital de
quien va por la victoria total. El Telón subió de forma lenta. Ahí, en su
esplendor la fantasía total de la Audición, el corazón palpitando sin
control
La voz del presentador retumbó como un grito,
rasgando el firmamento, en la tibia noche:
“Damas y Caballeros, esta no es una historia de amor,
es, una historia de Engaño y Traición!!!, salida de las entrañas del
desamor."
Su
voz enmudeció, sus ojos nublados por la angustia se humedecieron, su cuerpo no
respondió. La sonrisa huyó, y su alma estalló en un grito ensordecedor: ¡ABAJO EL TELÓN!!!.
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